El hombre descendió de un Honda gris oscuro que luego estacionó sobre la calle Báez, en Las Cañitas, a las 19.25 del lunes. Bajó solo, tocó el timbre en el búnker de Francisco de Narváez y lo atendió una voz joven de mujer: “Soy Ernesto Sanz”, dijo. El cronista lo sorprendió antes de que le abrieran la puerta: “¡Uy! Me cagaste”. La cara lo decía todo.
El senador radical había llegado hasta las oficinas del candidato a gobernador sin siquiera comentárselo a su histórico vocero. Tenía una reunión reservada con el diputado Gustavo Ferrari –mano derecha de De Narváez–, de quien es amigo desde la época en que era intendente de San Rafael. La cita tenía un claro propósito: conocer de primera mano hasta qué punto están avanzadas las conversaciones del denarvaísmo con Ricardo Alfonsín para ir en la misma boleta a la elección de octubre. De Narváez –candidato a gobernador bonaerense– no estuvo. Pero seguía la charla desde Lanús, donde participaba de un acto de campaña.
“Si es cierto que el diálogo entre ustedes y Ricardito avanza no me queda mucho margen para seguir ”, deslizó Sanz en la conversación. Es muy poco lo que trascendió del contenido de la charla, pero Sanz se fue con la sensación de que, como mínimo, se trata de una hipótesis cada vez más seria. El precandidato radical, que ya se bajó de la preinterna de abril, quedó a un paso de bajarse de las primarias abiertas del 14 de agosto.
“Francisco quiere un solo equipo en la cancha para ganarle tanto a Cristina como a Scioli. Estamos trabajando en ese sentido y si Alfonsín es el único que queda , entonces no es descabellado que avancemos con él”, reconoció un dirigente cercano a De Narváez.
Sanz lo sabe y en su entorno aseguran dos cosas. Que no peleará contra la corriente en la UCR y que no se verá tentado a negociar con Mauricio Macri, quien lo ha seducido para que lo acompañe en la fórmula presidencial . “Ernesto no se va a ir nunca del partido y se ve que todos se encolumnan detrás de Alfonsín, él terminará siendo un soldado más”, anticipó uno de los dirigentes que aún cree en el proyecto Sanz-presidente.
El precandidato siempre creyó que De Narváez era un dirigente más cercano a sus ideas que Alfonsín y hasta no hace tanto suponía que la rebelión de Margarita Stolbizer y del socialismo podían impedir el acuerdo que comenzaba a gestarse entre Alfonsín y el diputado justicialista.
Ya no lo cree .
Quizá como premio consuelo, un miembro del comité de campaña de Sanz se alegró al menos de que “al final están haciendo lo que pide Ernesto : un gran acuerdo opositor”. Si las negociaciones prosperan, el senador también trabajará en esa dirección.
El caso de De Narváez es distinto. Hoy por hoy en su búnker estudian distintas variantes para enfrentar a Daniel Scioli, primero en las encuestas y decidido a ir por la reelección. Por un lado, con recelo y un malestar cada vez más creciente esperanla última decisión de Macri , su aliado natural. Por otro, trabajan silenciosamente en un acuerdo con Alfonsín. Pero de ningún modo descuidan la jugada de ir sin candidato a presidente . De Narváez ya lo hizo en 2007 y fue tercero. Sus adherentes piensan que esta vez el escenario es distintos: “Francisco tiene un nivel de instalación impresionante y si no llevamos un presidenciable podríamos sumar de todos un poco, incluso de quienes voten a Cristina”, razona uno de los asesores del diputado.
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